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septiembre 29, 2007
Polimedicación ¿Cual es nuestra responsabilidad?
Mi tío Poroto (de Santiago Varela) De una Lista de APS Argentina,adaptada a nuestra realidad.
Mi tío Poroto andaba fenómeno hasta que su mujer, mi tía Porota, a
instancias de su hija, mi prima Tota, le dijo:
Mirá Poroto, vas a cumplir 70 años, es hora de que vayas a un médico.
Y para qué si estoy bárbaro?
Porque la prevención debe hacerse ahora que todavía sos joven -contestó mi
tía.
Por este motivo mi tío Poroto fue a consultar al médico.
El médico con buen criterio le mando a hacer exámenes y análisis de todo lo
que pudiera hacerse y que la obra social pudiera pagar.
A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que había
algunos valores en los estudios que había que mejorar. Y ahí no mas le
recetó Atorvastatina, para tener el colesterol lo más bajo posible; Aspirina para el corazón; Sacarina, para prevenir la diabetes, Polivitaminas; Enalapril para la presión, y , Clorfenamina, para la alergia. Como
los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le indicó
Omeprazol 20 cápsulas.
Mi tío Poroto fue a la farmacia y cambió allí una parte importante de su
jubilación por varias cajitas primorosas de colores variados.
Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia
las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las
amarillas para el corazón iban durante o al terminar las comidas, volvió al
médico.
Este, luego de hacerle un pequeño resumen de los remedios a tomar, lo notó un poco
alterado y algo contracturado, por lo que le agregó Diazepam 5 mg
Esa tarde, cuando entró a la farmacia con las recetas, el farmacéutico y sus
empleados hicieron una doble fila para que él pasara por el medio mientras
ellos lo aplaudían.
Sin embargo, mi tío, en lugar de estar mejor, estaba cada día peor. Tenía la
receta de todos los remedios en el mueble de la cocina y casi no salía de
su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una
pastilla.
A la semana el laboratorio fabricante de varios de los medicamentos que él
usaba lo nombró "cliente protector" y le regaló un termómetro, un frasco
estéril para análisis de orina y una regalo con el logo de la empresa.
Mi primo el Toto dedujo que la dirección la tuvieron que sacar de la receta
del Doctor que entregó en la farmacia.
Tan mala suerte tuvo mi tío Poroto, que a los pocos días se resfrió y mi tía
Porota lo hizo acostar como siempre, pero esta vez, además del té con miel,
llamó al médico. Este le dijo que no era nada, pero le recetó Antigripal y
un antibiótico en caso que se complicara
Para colmo mi tío Poroto se puso a leer los prospectos de todos los
medicamentos que tomaba y así se entero de las contraindicaciones, las
advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos
colaterales y las interacciones medicamentosas. Lo que decía eran cosas
terribles. No sólo se podía morir, sino que además podía tener arritmias
ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal,
parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del estado mental y otro montón
de cosas espantosas.
Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer
caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.
Doctor, las empresas que ganan mucha plata no ponen cosas por poner.
Bueno, las ponen para cubrirse.
Para cubrirse de qué? -preguntó mi tío.
Para cubrirse por si alguno le hace un juicio.
Si, claro, pero para hacerle un juicio, primero le tuvo que pasar algo.
Nadie hace un juicio si no le pasa nada. Digo... dijo mi tío.
Bueno... mirado así...
Que es la única forma de mirarlo. Juicio le pueden hacer si al paciente por
bajar el colesterol se le revienta el higado, se le caen los dientes, se
queda ciego, impotente, pelado... y después, ya con un poco de suerte, se
muere.
Usted exagera, esas cosas que ponen en las prospectos no pasan casi nunca.
Casi...
A mí no me interesa que le pasen a muchos, con que me pasen a mí alcanza y
sobra... dijo mi tio Poroto muy nervioso, pese a tomar religiosamente el
Diazepam
Tranquilo, Don Poroto, no se excite -le dijo el médico mientras le hacía una
nueva receta con Alprazolam
En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación iba a la farmacia
-donde ya lo habían nombrado cliente VIP y le ponían alfombra roja- y la
cambiaba íntegra por remedios. Esto lo hacía poner muy mal, razón por la
cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos.
Pobre mi tío Poroto, llegó un momento en que las horas del día no le
alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a
las cápsulas para el insomnio que le habían recetado.
Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los
remedios, se murió.
Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.
Aun hoy mi tia Porota afirma que menos mal que lo mandó al medico a tiempo,
porque sino, seguro que se moría antes.
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